sábado, 23 de febrero de 2008

RR.PP y la Mentira





RR.PP y la Mentira

Este escrito surge a partir de una clase con alumnos de 4to año de la carrera de Relaciones Públicas luego de que uno de ellos - con el asentimiento del resto- respondiera afirmativamente a mi consulta sobre la validez de la utilización de la –Mentira- como herramienta su profesión.

He partido de la base que mentir está en contra de los cánones morales y por supuesto que en este brevísimo análisis opté por dejar lado doctrinas y principios religiosos ya que ningún dogma avala la posibilidad de ejercer la Mentira.

Debo reconocer que la respuesta de aquel alumno logró inquietarme y provocó que profundizara acerca del tema consultando a profesionales autorizados en la materia e inclusive recurrí a textos que hacía tiempo no leía.

"Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad" pregonaba
Joseph Goebbels, ministro encargado de la propaganda del gobierno de Adolf Hitler en la Alemania Nazi. Sin embargo una mentira repetida mil veces, puede parecer una verdad, sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira.

Cuando alguien miente siempre oculta en forma parcial o total la realidad, esperando que quienes la reciben le crean. Y mentir implica intención de engañar.
La mentira siempre es mala y es muestra de las bajezas del ser humano, sobre todo cuando la mentira tiene como objetivo un beneficio en perjuicio de otros. La mentira no es infalible y solo dura hasta que llegue la verdad.

Algunos filósofos y pensadores aseguraban que la relevancia de la mentira variaba de acuerdo a su magnitud, aunque es prácticamente imposible medirla. El filósofo Leo Strauss decía que la necesidad de mentir era para ocultar una posición estratégica. Así lo hicieron también los representantes de la filosofía política desde Maquiavelo a la "mentira noble" de Platón.
Este último pensaba que se podía mentir, mientras que Aristóteles, San Agustín y Kant decían que nunca se podía permitir.


La mentira por el éxito

En uno de esos textos arrumbados encontré que Stanley Bing, un columnista de la revista Fortune describía que “la gente que no miente no tiene éxito”. Obviamente que luego de tal afirmación era necesario preguntarse si ¿la verdad es absoluta? ¿Las cosas no pueden ser más ó menos verdaderas? ¿Ó puede ser algo verdad para unos y mentira para otros?

Entonces ¿cómo lograr que alumnos de 24 años cambien su pensamiento cuando cada día, permanentemente son bombardeados con mentiras de diferentes índoles? ¿ cómo demostrarles que el “éxito” no va de la mano de la mentira?
Ejemplos hay a montones:

- el gobierno les miente manipulando el INDEC (termómetro) en vez de curar al enfermo (país), para lograr mayor poder en determinados sectores de la población. Para qué mienten? Para manipular a la gente.
- la televisión miente e intenta convencernos de que es muy interesante espiar a jóvenes ó a casi famosos conviviendo durante 120 días dentro de una casa de mentira. Para qué mienten? Para conseguir rating.
- Los empresarios nos mienten cuando prometen mayores inversiones y luego nos enteramos a través de los medios que sus activos están en venta y planean retirarse del país. Para qué mienten? Para mantener tranquilos a sus empleados y para no perjudicar el valor de mercado.
- Los políticos en campaña dicen mentiras de forma descarada. Para qué mienten? Con el único fin de lograr votos y poder, frente a una sociedad que pierde la memoria fácilmente.

Hace algunos meses atrás en la universidad inglesa de Westminster, Max Clifford un “exitoso” relacionista público, dijo ante 300 relacionistas y estudiantes de ciencias de la comunicación que durante 40 años él había mentido en nombre de sus clientes políticos, empresas y países.
Me pregunto cuál será el pensamiento de sus clientes luego de semejante reconocimiento. Y cuál será el sentimiento de aquellos ciudadanos que votaron a esos políticos ó compraron productos y servicios de dichas compañías ó vivieron en esos lugares. Qué dirá la Opinión Publica?


Mentira y Ética en la Comunicación

Nada nos exige tanto comportamiento ético como la Comunicación, que relaciona a las personas con la sociedad.

Estoy absolutamente convencido de que -no es inevitable mentir-. Utilizar la mentira como herramienta de la Comunicación no corresponde y demuestra que no se es capaz de utilizar otra más noble y ética.
Y no hay que confundir lo legal con lo ético, ya que la ética está por encima de la ley y es mucho más amplia que lo que puedan establecer las leyes.
La mentira es inmoral, daña la imagen de las empresas y organizaciones en algún momento y perjudica la relación con los medios y la OP. Entonces por qué mentir?

Dircoms y consultoras de prensa y asesores en comunicación en muchas ocasiones mienten, sobre todo en tiempos de crisis. No tienen la capacidad necesaria para encarar de una manera estratégica a los públicos que correspondan evitando la realidad y enredándose en mentiras que a la larga ó a la corta terminan perjudicando la imagen institucional de ellos, de sus clientes y de la profesión. Afrontar la realidad es decir la verdad.

Para muchos, con el permiso de la compañía para quienes trabajan es más sencillo utilizar la mentira en vez de profundizar en los temas para poder defender a la empresa u organización. Pero mentir siempre intensifica el conflicto, en vez de atenuarlo.

Quienes tenemos la responsabilidad de formar a profesionales en Relaciones Públicas debemos reivindicar la ética y las buenas prácticas de la profesión. Estamos obligados más que nadie a trabajar de manera responsable y transparente. No podemos decir algo y hacer otra cosa diferente. No podemos carecer de credibilidad. Debemos ser creíbles en todo aspecto siempre. Esto será el principal testimonio y será el camino más seguro de lograr el éxito de nuestra empresa u organización.

Hernán Stella.